MILENIO Y LAS MENTIRAS DE SU “PERIODISMO”
A la opinión pública:
La empresa Milenio dio muestra, una vez más, de su disposición a sustituir el oficio periodístico, al que dice dedicarse, por otro relacionado con la pepena de basura mediática, tarea en la que admite cualquier detritus, sin importar qué tan repugnante sea, con tal de que sirva para desprestigiar al Movimiento Antorchista, cuyo único “delito” respecto a Milenio ha sido el defenderse de los insultos brutales, de las calumnias y de la abusiva exigencia de que el Estado mexicano nos reprima policíacamente, que nos lanzan las vacas sagradas que pontifican en pantallas y páginas de esa empresa cada vez que se les antoja.
Esta semana le ordenaron a un fulano, que firma con el nombre de Francisco Mejía, que diera a conocer los resultados de su inmersión en el pantano formado durante años por sujetos que viven de atacar al antorchismo, y a toda plana le publicaron su “reportaje”, donde se acusa a los antorchistas, primero, de apropiarnos de un predio, llamado “El Conde, ubicado en Huejotzingo, del municipio de Cholula”, entre otras imputaciones jamás probadas, pero que Mejía presenta como hechos incontrovertibles.
En primer lugar, démosle una breve lección de geografía: Cholula no pertenece a Huejotzingo, sino que uno y otro son municipios distintos, lo que revela que este individuo no acudió al lugar de los hechos, ni intentó la mínima indagación sobre el predio supuestamente invadido y en el que basa su tonante denuncia, lo cual contradice abiertamente lo que Carlos Marín, el director de Milenio, pontifica en un libraco donde pretende enseñar técnica y ética periodística: que un verdadero reportaje “impide al periodista la más pequeña distorsión de los hechos”. Bastaría con esto para exhibir la falta de seriedad del libelo y al autor como un farsante y mentiroso, pero no queremos que se piense que rehuimos responder directamente a la acusación de invasores de predios y a otras igualmente graves que lanza cual surtidor excrementicio.
Es evidentemente falso que los líderes antorchistas promuevan o participen en invasiones de casas o terrenos abandonados. No hay necesidad de incitar a la gente a ese tipo de acciones, pues basta y sobra con su propia necesidad y sus precarios ingresos. Lo que es cierto es que existen grupos de personas que una vez que cometen esa riesgosa operación buscan el respaldo de Antorcha para regularizarse, y que cuando comprobamos que se trata de grupos auténticamente necesitados y que la propiedad invadida estaba abandonada, los hemos convencido de que establezcan contacto con autoridades y propietarios para hacerles saber su absoluta disposición a pagar la propiedad, siempre y cuando no se les exija una fortuna fuera de su alcance y del valor real del inmueble. En todos los casos que asesoramos existe esa disposición a pagar y ese acercamiento a la autoridad y a los propietarios que lo han aceptado. De acuerdo con esto, carece de base legal la acusación de despojo; si los inmuebles estaban absolutamente abandonados, si nadie los habitaba, entonces nadie fue “despojado”, pues como se sabe, este ilícito se comete contra la posesión y no contra la propiedad. Pero, aceptando sin conceder que fuese de otro modo, el despojo no lo habrían cometido los “líderes antorchistas” sino quienes, urgidos por su necesidad, ocuparon lo que llevaba años abandonado y sin prestar servicio alguno. Entonces, ¿por qué la persecución va contra los dirigentes y activistas de Antorcha? El carácter represivo e intimidatorio de la medida no puede ser más evidente, como también lo es el carácter artificial de las cuentas sobre el número de predios y las “ganancias” que se nos atribuyen.
El reportero dice que el “abogado de los particulares despojados”, al que implícitamente le da la categoría de testigo insobornable e imparcial, vio a nuestros activistas marchar “en fila con palos y machetes como si fuera la típica formación policíaca o militar” y que sus rostros reflejaban furia. Sin más averiguaciones ni argumentos, el reportero dice que “el relato es claro y cierto”; es más, que eso mismo hacemos en internados de la organización o en los campos aledaños donde gobernamos o tenemos presencia. Lo único claro y cierto de tales afirmaciones es que fueron vertidas por el abogado referido y que éste, por lo tanto, es absolutamente parcial hacia su causa. Si Francisco Mejía da por bueno ese “método probatorio”, entonces debe aceptar como verdad incontrovertible que nosotros lo vimos recibiendo dinero para calumniarnos, y que su rostro reflejaba el enorme gusto que lo embargaba por el enorme chayote recibido en pago a sus servicios de gatillero mediático. ¿Acepta?
Nunca nos hemos avergonzado, sino al contrario, estamos profundamente orgullosos, de nuestra participación en los movimientos estudiantiles y magisteriales que dieron origen a la Universidad Autónoma Chapingo, a mediados de los 70, y a la Preparatoria Lázaro Cárdenas, emanada de la Preparatoria Popular Tacuba, en los 80. En las dos luchas tuvimos un papel dirigente y resultamos reprimidos por el Estado, a través de sus porros y sicarios, y aunque en ese momento fuimos expulsados por la fuerza de las armas, a la larga ambas luchas, sostenidas de parte nuestra por la movilización popular y no por la violencia, dieron origen a transformaciones muy positivas de ambas instituciones educativas, así como a expansiones legítimas de nuestra organización y al surgimiento de importantes liderazgos populares, como el del presidente municipal de Chimalhuacán, Jesús Tolentino Román, que han beneficiado a decenas de miles de mexicanos. Sólo un perfecto canalla puede censurarnos eso.
Pero es francamente estúpido acusarnos de llevar a cabo ejercicios militares “en los jardines o en lomas cercanas” a Chapingo y que de ahí data el que se le diga “tenientes” a los vigilantes de la disciplina. Al tonto que escribió esto le faltó preguntar a cualquier estudiante actual de Chapingo, para saber que aún hoy se usa la palabra “compañías” para referirse a los dormitorios, como restos del término militar usado para referirse a un grupo de soldados. Pero su imbécil afán de calumniar a toda costa, no lo dejó asomarse siquiera a la página oficial de esta universidad, en donde se lee: “En 1969, bajo un ambiente democrático, se inicia la desaparición de la disciplina militar”, de la cual sólo quedaron esos nombres militares para personas y edificios, términos castrenses que se usaban desde décadas antes, cuando la escuela era militarizada, los alumnos llevaban uniformes color caqui, los levantaban o llamaban a comer con órdenes de trompeta, etc.; todo eso, mucho antes de que naciera Antorcha Campesina.
Y, así por el estilo, continúa el “periodista” su indigna pepena, que incluye las más disparatadas acusaciones sobre presuntos delitos cometidos hace años, muchas de los cuales nos hemos cansado de aclarar una y otra vez en los medios de comunicación y de exigir infructuosamente que quienes las lanzan acudan a las autoridades y las demuestren.
Junto con ese lodo, el redactor del ataque recogió algunos cadáveres políticos, como el tal Gaudencio Ruiz, quien cobró como diputado del PSUM hace casi un cuarto de siglo y quien se hallaba perdido entre su nulidad y las sucesivas apostasías de la izquierda oficial a la que perteneció, antes de que Milenio le extendiera su certificado de testigo fidedigno y autorizado para afirmar que “estamos armados”. No tiene ningún caso gastar más espacio en recordar las trapacerías que hizo este cero político contra los campesinos antorchistas durante sus 15 minutos de fama como diputado poblano en los que fue un fiel aliado del gobierno en turno, pero quien guste puede consultarlo en nuestra página web.
No sabemos si de verdad el ex gobernador Manuel Bartlett sostiene que somos auspiciados por “ex presidentes o hermanos de ex presidentes”, como le atribuye el reportero, pero de ser así le decimos, a él, que es abogado, y a todos los que nos acusan, que el que acusa tiene la obligación de probar; de no hacerlo, su acusación se reduce a una calumnia. Pero, en el caso de que todo sea creación de Francisco Mejía, nada tenemos que exigirle porque, como hemos dicho en otra parte, “no es razonable esperar nada de un sujeto semejante. Para rectificar, para reconocer un error o confesar que ha sido uno sorprendido en su buena fe, hace falta una gran dosis de honestidad; de respeto por la integridad ajena y un elevado sentido moral que, evidentemente, no pueden hallarse en quien ha salido a agredir, con toda alevosía y con armas tan sucias y envilecedoras como la calumnia y la difamación, a gente que, en rigor, nada le ha hecho y nada le debe”.
Antorcha se ha convertido en una fuerza social muy numerosa y articulada. Eso nos ha vuelto blanco de ataques que buscan disminuirnos e incluso desaparecernos de la escena política. No cabe duda que estamos ante una más de esas embestidas que buscan que los gobernantes satanizados por negociar o resolver demandas legítimas de los mexicanos organizados en Antorcha, se deslinden, endurezcan el puño y “apliquen la ley” a los antorchistas, sin que les tiemble la mano ni sean enanos, como dijo otro granadero de la pluma; es un abierto llamado a la represión, por eso las mentiras para justificar que se nos encarcele. Al mismo tiempo, es una maniobra que busca desprestigiar a una organización que por su independencia y auténtica raigambre popular les resulta incómoda a varios que quisieran vernos mansamente a su lado, a costa de abandonar las demandas de la gente pobre que milita en nuestras filas.
Pero Antorcha no desistirá de su lucha, legal pero enérgica, del lado de los mexicanos más pobres por hacer de México un país más equilibrado y justo. Por eso, no nos hacemos ilusiones de que cesará la publicación de basura mediática como ésta que nos lanza Milenio desde su pantano. En el contexto del que hablamos es claro que “lejos de satisfacer las necesidades de información que tiene la sociedad mexicana, muchas empresas de comunicación constituyen descarados negocios que supeditan la información a la obtención de utilidades y sobreviven gracias al subsidio del gobierno a título de ‘publicidad’…”. Así es, y no podíamos encontrar mejor descripción del periodismo inescrupuloso y venal practicado en Milenio, que ésta que acabamos de leer, escrita por alguien que sabe lo que dice en ese terreno, su director, Carlos Marín.
MUY RESPETUOSAMENTE
LA DIRECCIÓN NACIONAL
DEL MOVIMIENTO ANTORCHSITA
La organización de los pobres de México
www.antorchacampesina.org.mx