Origen de la serenata y su legado.

Por Saúl Castañón - noviembre 21, 2022



Las serenatas vienen de la costumbre de llevar música a la ventana de la persona amada por las tardes o al anochecer, usualmente como forma de disculpa a una disputa previa. Es de aquí que la serenata se relaciona con las relaciones, la noche y el amor, al punto de que en varios países de Hispanoamérica se mantiene de cierta forma esta costumbre de manera popular que consiste en llevar un conjunto musical por las noches a casa de una persona de interés romántico, para interpretar música en vivo. Usualmente en estos casos se utilizan agrupaciones de música tradicional, como lo es el mariachi (agrupación de cuerdas y vientos metal en México) o la tuna. Dichas interpretaciones expresan mensajes de agradecimiento, amor o reconciliación.


Regresando al ámbito clásico de la música, se conoce que el término se utilizó desde la música de la época Barroca, relacionándose con las cantatas y la ópera. Ahora, en términos más formales, se reconoce como una forma del siglo XVIII en donde varios compositores célebres se encargaron de componer serenatas. Ludwig van Beethoven (Op. 25 para flauta violín y viola / Op. 8 para trío de cuerdas) y Wolfgang Amadeus Mozart por ejemplo, quien compuso 13 serenatas que usualmente se utilizaban en celebraciones sociales como bodas o fiestas cortesanas.


Si bien en estas épocas las serenatas se escribían para pequeñas formaciones de instrumentos, en el siglo XIX se recurrió a realizar serenatas para formaciones más grandes como lo son las orquestas, fue el caso de compositores como Johannes Brahms y Antonin Dvorak. También se pueden relacionar a la canción o lied, como es el caso de Franz Schubert o Richard Straus y, finalmente, para ser tocadas específicamente con piano, con el ejemplo de los compositores impresionistas Claude Debussy y Maurice Ravel.


Características de la serenata

Por naturaleza del concepto y en cuanto a música clásica se trata, la serenata es de tempo moderado, elegante y de sensación calmada o brillante. La instrumentación por lo tanto requiere de armonías agradables, consonantes, estructuras equilibradas y sin mucho contraste o dinamismo súbito.


En cuanto a formación la serenata varía mucho por el hecho de que podía ser interpretada incluso por un solista de instrumento con su propia voz, si hablamos de manera coloquial. En un sentido popular como mencionamos anteriormente, puede escribirse para conjuntos de cuerdas o instrumentos típicos. Finalmente, en cuanto al contexto clásico se refiere, la serenata se escribió para conjunto de cámara, orquesta con predominio de instrumentos de cuerda frotada y vientos, piano solista y piano como instrumento de acompañamiento para la voz.


En cuanto a la estructura, su forma varía ampliamente también. En el caso del siglo XVIII, la serenata podía constituirse incluso de hasta 10 movimientos. En las serenatas de Mozart por ejemplo, comenzaban con una marcha, seguida por movimientos lentos que se alternan con minuetos, les siguen un rondó y el final es de tono brillante, en ocasiones una marcha de nuevo.



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