El colectivo "Madres Buscadoras" denunció el descubrimiento de al menos 56 cuerpos en un paraje aislado de la costa. La Fiscalía de momento no da detalles. Esto, gracias a una familia que fue a buscar leña en diciembre dio la voz de alarma.
“La fosa estaba cerrada, pero la tierra estaba blanda y la rueda se cayó”, cuenta Cecilia Flores, del colectivo Madres Buscadoras, de Sonora. “Al querer sacar la camioneta, sacaron el cabello de la mujer entre las llantas”, añadió. Flores contó a EL PAÍS.
Hasta este lunes 22 de enero, cuenta que han aparecido ya 56 cuerpos, en 33 fosas, uno de los cementerios más grandes ubicados en los últimos años.
Región deshabitada, nadie había escuchado nunca que criminales usaran los parajes de El Choyudo como panteón clandestino. “No habíamos escuchado de este lugar. Nunca”, asegura Flores, quien sufre la ausencia de dos hijos, desaparecidos, uno en 2015, cerca de Los Mochis, en Sinaloa, y el otro en 2019, no muy lejos de El Choyudo.
Hasta ahora, la Fiscalía de Sonora ha mantenido un silencio discreto. Un vocero de la dependencia reconoció que están trabajando en la zona, pero que de momento no tienen más información para compartir, ni número mínimo de víctimas, ni su posible origen, nada.
México, ha vivido una crisis de violencia desde hace casi 20 años. La proliferación de grupos delictivos, cada vez más pequeños y mejor armados, somete amplios territorios del país a una guerra de baja intensidad, siempre latente. La guerra revienta en enfrentamientos a balazos, secuestros masivos, etcétera. Cementerios clandestinos como el de El Choyudo -o antes en Puerto Peñasco, Sonora, o los de Colinas de Santa Fe y Arbolillo, en Veracruz, o muchos otros en muchas regiones del Estado- son una muestra de la guerra. En todo México, el Gobierno cuenta miles, más de 5.500 hasta finales del año pasado.
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