El martes, dos incendios forestales habrían devastado las zonas de Pacific Palisades y Eaton Canyon, con más de 1,500 hectáreas afectadas y consumidas por el fuego. 

Desde el primer momento, el gobernador de california, Gavim Newsom, declaró estado de emergencia con el fin de salvaguardar a la ciudadanía, pidiendo por sus redes que se mantengan vigilantes al comportamiento que el incendio pudiese tener.

Los vientos y la vegetación inflamable permitieron, en su momento, que el fuego se expandiera y que tuviera a Los Ángeles a su merced. 30 mil personas con la orden de evacuar, más de 10 mil hogares seriamente amenazados por lo abrasador del fuego y más de 250 unidades del cuerpo de bomberos que intentan combatir el incendio, son los resultados del día martes.

Si el escenario ya se encontraba preocupante y desolador para miles de familias, esta mañana una tercera instancia aparecería en Hurst, nuevos bomberos se suman a la lucha y desde otro frente se investigan los posibles orígenes de tan destructivo siniestro.

Cientos de miles de personas afectadas, no solo en las zonas mencionadas, si no en las aledañas, mansiones ardiendo y hogares sin electricidad, esto aunado a las saturadas carreteras por las personas huyendo a resguardo son solamente las consecuencias que en este momento son imaginables y las que provocaron que se envíe ayuda desde el nivel federal, el aún gobierno de Biden ya envía apoyo, con la esperanza de evitar más pérdidas.

Con todo pronóstico climatológico en contra, no queda más que confiar que el país vecino pueda actuar a medida y consecuencia de lo que venga.