El pasado domingo, 19 de enero, entraría ley estadounidense en vigor que impediría que la famosa red social pudiese seguir en funcionamiento, ley que evitaría que la ciudadanía siquiera tuviera la oportunidad de descargar la aplicación, se trataría de un veto total a toda la actividad de la gigante china.

La dependencia de muchos de nuestros dispositivos a Google y Apple también hubiese evitado que México accediera, a pesar de ser completamente ajeno a la legalidad estadounidense, por supuesto, es probable que la red social diera opciones para nosotros, aunque es fortuito que de momento no se de el caso.

El ascenso de Trump ha sido de todo menos tranquilo, pero una de sus promesas de último segundo habría sido otorgarle una prórroga a TikTok, una de 90 días, esto para evitar que se viese en la necesidad de cesar toda actividad.

El caso ya se venía cocinando a fuego lento, pues el veto era una consecuencia al desacato a una orden del gobierno gringo a vender la empresa antes del 19 de enero. Este capricho no ocurrió.

Esto, claro, está lejos de posicionar al empresario presidente como un ángel caído del cielo, menos en momentos como estos; pero resulta curioso pensar que vio injusto un decreto como el que apuntó a  TikTok y amenazó su estadía, y aunque no se trata de una salvación definitiva de la red social, si que se trata de un tiempo extra.