La jícara es un fruto que fue utilizado durante varios siglos por las culturas mesoamericanas para elaborar diferentes tipos de recipientes los cuales se obtienen cuando ésta ha sido escarbada, despulpada y puesta a secar. Su forma esférica permite la utilización de las diferentes alturas de su cuerpo, obteniendo tanto cuencos, yaguales (bases), chinchines (sonajas) y cucharas, como platos, cernidores y receptáculos para diferentes tipos de bebidas. Los pueblos indígenas han utilizado la jícara de manera utilitaria y ornamental, domesticándola para otorgarle diferentes formas, hasta convertirlas en verdaderos objetos de arte. Algunas de ellas son utilizadas en su expresión natural más simple y otras suelen convertirse en singulares obras narrativas, luego de que son decoradas y pintadas.
En Tabasco, los chontales, zoques y nahuas de la costa, por ejemplo, las han empleado fundamentalmente con un sentido práctico y utilitario en su vida cotidiana, así como en los actos relacionados con sus celebraciones rituales más íntimas o sus fiestas patronales. En el pueblo mestizo de Jalpa de Méndez se ha arraigado una tradición muy singular en torno a la producción de jícaras ornamentales. Al igual que en los pueblos vecinos, ha utilizado las jícaras en su expresión más simple, pero también se ha caracterizado por desarrollar lo que se conoce localmente como “jícaras labradas”.
En Jalpa se ha perfeccionado la técnica de esgrafiado para decorar la superficie exterior de las jícaras con motivos figurativos y simbólicos diversos. La jícara que aquí se expone se decoró con cuatro círculos concéntricos que separan igual número de motivos ornamentales, resaltando distintas franjas de figuras vegetales, una franja reticulada al centro y una escena que recrea la presencia de dos aves con las alas extendidas en su medio natural. De igual forma, se ha mantenido la costumbre de ahumarlas sobre el fogón para otorgarles esa coloración obscura que produce el hollín, además de utilizar una tercera técnica conocida como “ceñido de jícaras”, con la cual se le confieren nuevas formas al fruto original. Actualmente la diversidad de técnicas con las que se decoran las jícaras tiene el objeto de impulsar la tradición artesanal local, ya que estos objetos son elaborados fundamentalmente para el comercio y su función es principalmente estética.
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