La participación de las mujeres en el deporte y en los Juegos Olímpicos tiene apenas hasta mediados del siglo XX. Donde los Juegos Olímpicos, destinados a honrar a Zeus y a fortalecer la unión de los griegos, desde sus inicios las competencias que destacaban eran las pruebas de combate de lucha, el pugilato y el pancracio (una especie de boxeo), ligadas a la fuerza física. En estos juegos, no participaba ninguna mujer, incluso solo las mujeres solteras podían asistir como espectadoras.
Cuando, a finales del siglo XIX, el francés Pierre de Coubertin
se propone reiniciar estos Juegos, para fortalecer físicamente a la juventud,
con una primera celebración en 1896, se opone rotundamente a la participación
femenina, porque consideraba a la mujer únicamente y esencialmente como
compañera del hombre y que “los Juegos Olímpicos constituyen la exaltación
solemne y periódica del atletismo masculino con el aplauso femenino como
recompensa” mencionó.
Sin embargo, en la segunda Olimpiada, de 1900, en el marco de la
Exposición Universal, que daba a conocer los avances de la industria y las
artes, de 997 atletas participantes, 22 son mujeres. Compiten en tenis, vela,
cricket, equitación y golf, esto porque se creía eran; “compatibles con la
feminidad”.
Donde destacó una mujer que ganó dos medallas de oro en tenis, y
se trata de Charlotte Cooper, quien entonces tenía tan solo 30 años. De padre
inglés y madre norteamericana, última de seis hijos, nació en Gran Bretaña en
1870, durante la Época victoriana, que se caracterizó por una moral muy
estrecha para las mujeres, confinándolas a la total sumisión y negación de
realización personal. Pero desde niña Charlotte mostró interés por el
deporte y fue apoyada por sus padres, iniciándose en el tenis, en un club de su
localidad. Obtuvo su primer título en 1893 en
Wimbledon, lugar emblemático del tenis inglés.
En 1896, a los 26 años, a raíz de una infección, Charlotte
Cooper quedó sorda, pero esta lesión la estimuló a desarrollar una mayor y
mejor concentración en su trabajo. En las competencias de Wimbledon, entre 1893
y 1917, estuvo en 11 finales de las cuales en 5 se consolido como ganadora.
Charlotte competía con un vestido largo hasta los pies, cuello alto y corbata, un atuendo incomodo a comparación de la masculina.
En 1901, se casó con Alfred Sterry, abogado y tenista que la apoyó incondicionalmente en su trayectoria deportiva. Tuvieron un hijo y una hija que también se dedicaron al tenis.
La tenista inglesa permaneció activa en competencias hasta los 50 años y murió en 1966, con 96 años. Charlotte y algunas otras deportistas abrieron el camino para el género femenino, y poco a poco, las mujeres fueron ganándose el derecho a participar en cada vez más deportes y en los Juegos Olímpicos.
Inicialmente, fundaron asociaciones y federaciones deportivas
femeninas que organizaron Juegos Mundiales femeninos en 1930 y 1934 en Praga y
Londres para después lograr, participar en los Juegos Olímpicos.
En Atenas 2004, ya la participación de mujeres fue del 40.7 %.
En 2012, en los Juegos Olímpicos de Londres, participaron por primera vez en
boxeo y hoy están en todas las competencias. Sin duda alguna Charlotte Cooper dejó huella y una lucha encaminada
para unificar el deporte.
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