La Fórmula 1 impulsa el desarrollo tecnológico de la aerodinámica en el ciclismo🏎

Por Rodrigo Aparicio - julio 23, 2025

 El desarrollo tecnológico de la aerodinámica en el ciclismo es impulsado por la Fórmula 1

Mientras los monoplazas de la Fórmula 1 se preparan para rugir a más de 300 kilometros por hora sobre el asfalto de Spa-Francorchamps, en los caminos del Tour de Francia los ciclistas libran su propia batalla contra el aire.

Aunque son dos disciplinas deportivas completamente diferentes, con sus propios límites en las velocidades y contextos propios, ambos mundos están más conectados por una guerra entre todos sus competidores: la aerodinámica.

Durante años, los equipos ciclistas han invertido recursos importantes en peso, potencia y entrenamiento. Pero hoy, la verdadera revolución está en el aire. Porque el ciclismo profesional vive una transformación impulsada por conocimientos que provienen directamente de la Fórmula 1, donde la ciencia del viento lleva décadas marcando diferencias milimétricas… o de centésimas de segundo.

Incluso han dado el salto de las cuatro a las dos ruedas. En una entrevista con The Athletic, Barney Garrood, ex ingeniero de Mercedes y Ferrari, y ahora como parte de la industria del ciclismo profesional, dijo que la aerodinámica es un juego instantáneo en el que si encuentras un casco más rápido, “al día siguiente ya estás rodeando más rápido”. La clave es encontrar la forma de reducir el tiempo.

Se estima que un ciclista puede gastar hasta el 90 por ciento de su energía al luchar contra la resistencia del aire en una carrera del contrarreloj, un contraste importante si se compara con el 75 por ciento que usa en las etapas llanas.

Al igual que en la F1, donde los pilotos eligen equipos por su capacidad técnica, los ciclistas ya evalúan qué escuadra les da las mejores herramientas aerodinámicas, que van desde cascos, trajes, posiciones en la bicicleta y hasta estrategias colectivas para reducir el rebufo de los rivales.

Ya sea por motivos personales o la búsqueda de un crecimiento profesional, diferentes ingenieros han pasado al ciclismo, como los casos de Jean-Paul Ballard (ex Toyota en F1) y Garrood han migrado del automovilismo al ciclismo. La diferencia es que un ingeniero puede trabajar solo en un aspecto de un monoplaza, mientras que en ciclismo pueden tener control total.

La innovación no para. En este Tour de Francia ya se han visto cascos de sprint específicos, cuadros con horquillas sobredimensionadas y componentes personalizados que parecen sacados de un túnel de viento más que de una tienda de bicicletas.

Pero no todo es tan fluido en el ciclismo como sí lo es el viento. El cambio tecnológico encuentra resistencias dentro del pelotón. Algunos ciclistas aún desconfían de los cambios, especialmente los veteranos.

Por más que se tenga un modelo físico, un gran casco o buena posición, si el ciclista no tiene confianza en ello, será difícil lograr los resultados.

De ahí que la enseñanza sea crucial. La clave ha sido explicar el por qué detrás de cada decisión, mostrar datos e implicar al corredor con toda la información posible.

La revolución aerodinámica del ciclismo es ya irreversible. Sensores portátiles como los de Aerosensor, desarrollados por Garrood, permiten probar arrastres en la carretera o en un velódromo sin tener que viajar a un túnel de viento en circuitos de la Fórmula 1.

El ciclismo moderno no solo se entrena: se diseña. Y cada detalle, desde una cremallera hasta la curvatura de un casco, puede significar ganar o perder en grandes vueltas como este Tour de Francia o La Vuelta de España, el siguiente gran evento del World Tour.

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